"Su Efecto Mariposa"


-Es como un ritual de vuelos solemnes coloreados, que invade mi cuerpo cuando la veo, es mi 9ª sinfonía..., mi mejor canción.
Recitaba él mentalmente todos los días cuando se levantaba de la cama y justo antes de irse a dormir, el pequeño y flaco anónimo pensaba que una mujer solo podría darle noches calurosas y promesas que se desvanecerían con el paso de los días.
Y sin saber que hacía años luz que se la había encontrado en un lugar tan ínfimo como ínfimos eran los seres que cada luz de mañana llegaban allí, se volvió a presentar soltando su polvo de hadas y rociando con el mismo hasta rodear a ese pequeño loco que más loco se volvió con el revoloteo de sus alas.
Fascinado quedó al saber que su historia de amor interminable no había comenzado un 7 de noviembre, sino mas bien un día de infancia feliz que él tenía borroso pero que, como siempre, ELLA se encargó de recordarle.
Si, ese minúsculo hombrecillo sufrió lo que yo describo de forma escueta en "Volada de cabeza" (una volada de cabeza es que sin saber como ocurre, todos tus planes y tu forma de ver la vida cambian en menos de 1 segundo, únicamente, con el mero hecho de verla por primera vez).
A él le ocurrió en un lugar tan cotidiano como unas escaleras pero que a su vez era tan maravilloso como el pelo que resbalaba por su espalda. LA VIO como nadie la había visto antes, porque antes nadie la había visto, sus ojos brillaron como gemas a la luz del sol al ver sus labios, su cara, su diente enmuescado. Por fin había encontrado lo que sin querer estaba buscando y que justo un día que no pensaba toparse con el, apareció como aparecen las luciérnagas todas las noches.
Por primera vez el torero se convirtió en toro y recibió una media verónica que le desconcertará de por vida, bendita media verónica, el capotazo ayudó a que su pobre corazón saboreara el néctar del amar y ser amado. La mujer de su vida llegó y tuvo la suerte de que realmente es la persona que nació para él y por la que él nació. Su vida regida por una veleta que, tan pronto apuntaba en una dirección como apuntaba en otra, se vio afortunadamente truncada por una pequeña sonrisa que se encargó de iluminarle un camino tan desconocido como delirantemente espectacular para él. Nunca sabrá como agradecerle al (a veces cruel y otras caprichoso) destino, el año, mes, día, hora, minuto y segundo en el que decidió que esas dos almas se reencontraran mas de una década después y con tantos intentos fallidos de ambos con anterioridad. Porque el amor de cada uno, era el amor del otro.
Era una mariposa, SU mariposa, por la que tanto había vagado por el mundo, por la que tanto había esperado, ese pequeño anónimo necesitaba la brisa que formaban sus alas, esa mariposa que un día se posó en su regazo y que nunca quería volver a volar lejos de su piel y que a su vez él quería cuidar hasta el fin de sus días.
Era su 7, su jueves, su noviembre, su amor, su vida...
Y recita sin pensar cada vez que la oye... TE QUIERO.

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